Durante años creí que acompañar el ruido exterior con el mío propio era la manera correcta de vivir. No me planteaba si era sano o no, vivía aturdida por ese ruido.
Un ruido que iba de la mano de la prisa para satisfacer un hacer constante lleno de exigencia y perfeccionismo.
Era la manera aprendida para sobrevivir en un mundo que esperaba eso de mí.
Hace poco más de diez años, la vida me dio la oportunidad de parar y girar el foco hacia mi interior; desde entonces, estoy aprendiendo a conectar con la paz y la serenidad que trae el silencio, ajustar mi vida a mi ritmo, elegir las creencias que me aportan y me impulsan, identificar y acoger las emociones que me habitan, desterrar la culpa, incorporar la compasión, ampliar mi conciencia y elegir desde mi responsabilidad personal.
Hoy creo en el potencial infinito del ser humano y en la magia del universo; creo en el caminar de la mano con la vida y en las respuestas que nos regala el silencio.
Creo en la belleza que surge cuando miro la vida con confianza y libertad.
Creo en un mundo mejor lleno de amor si vivimos con honestidad y humildad.
Hoy sé que el compartir con los otros nutre mi corazón y que un mundo más humano es posible si aprendemos a parar, observarnos y escucharnos.
Por todo esto, hoy dedico mi tiempo, mi energía y mi ilusión a generar espacios de seguridad y confianza que facilitan la escucha, la presencia y la atención para favorecer tu autoconocimiento, tu bienestar y tu creatividad.